1.11.2008

PROSOEMA No. 60 (11/01/2008)

Laura Antillano
SI TÚ ME MIRAS
Espasa Juvenil, Caracas, 2007.

Eloi Yagüe Jarque

Buenas tardes. Me ha tocado el inmenso honor de presentar la más reciente novela de Laura Antillano. Es un honor, repito, porque la Feria del Libro está dedicada a ella y es un reto también porque Laura es muy conocida y es difícil aportar cosas nuevas sobre su ya vasta obra. Pero como nunca está de más, voy a intentarlo.
Laura es una de nuestras escritoras más prolíficas. Ha incursionado en el cuento, la novela, el ensayo y la narrativa infantil. Su producción literaria se inicia cuando apenas salía de la adolescencia y continúa en actividad.
Como narradora ha publicado siete libros de cuentos: La bella época (Caracas: Monte Ávila, 1969), Un largo carro se llama tren (Caracas: Monte Ávila, 1975), Haticos casa No. 20 (Maracaibo: Universidad del Zulia, 1975), Dime si adentro de ti no oyes tu corazón partir (Caracas: Fundarte, 1983; reeditado en 1992), Cuentos de película (Selevén: Caracas, 1985; reeditado en 1997 en Caracas por la Fundación Cinemateca Nacional), La luna no es de pan-de-horno (Caracas; Monte Ávila, 1988) y Tuna de mar (Caracas: Fundarte, 1991). Tiene tres novelas: La muerte del monstruo come-piedra (Caracas: Monte Ávila, 1971; reeditado en 1996, en Maracay, por La Letra Voladora), Perfume de gardenia (Caracas: Selevén, 1982 y 1984; con una tercera edición en 1996 en Valencia, por el Rectorado de la Universidad de Carabobo y La Letra Voladora) y Solitaria solidaria (Caracas: Planeta, 1990; reeditada en 2001 en Mérida por Ediciones El Otro, El Mismo). Para jóvenes ha publicado también los hermosos relatos juveniles Diana en tierra Wayúu (Caracas: Alfaguara, 1992); Las aguas tenían reflejos de plata (Caracas: Alfaguara, 2002): ambas tienen ya varias reediciones; Emilio en busca del enmascarado de plata (Caracas: Monte Ávila Editores, 2005) y ahora esta novela que hoy presento, que ya tiene una edición en Cuba, en la Editorial Gente Nueva (2005). Además tiene otro libro de cuentos y dos novelas inéditos.
Bueno, lo anterior me lo he fusilado de la página web de la escritora que les recomiendo la visiten porque es muy bella y está bien organizada.
Lo que puedo decir de esta nueva novela, Si tú me miras, es que en ella Laura hace honor a su apellido. En efecto, ésta es una novela antillana, una novela en la que se respira el aire del Caribe por los cuatro costados. La anécdota es sencilla: una mamá y sus dos hijas adolescentes se van de vacaciones a Margarita. Lo que María Cecilia, la mamá, no sabe es que sus hijas Mafer y Maricrís le han estado buscando novio por Internet, un tal Ramón Leiziaga, y que lo van a encontrar allí, en la isla maravillosa, tras muchas peripecias.
Lo que más me gusta de esta novela es que combina muchas cosas: por un lado es una novela romántica; por otra parte, es de aventuras y, además, es una novela en homenaje al escritor valenciano Enrique Bernardo Núñez y a Cubagua, su obra maestra, esa novela que pone de cabeza a los estudiantes de literatura por la dificultad que encierra su lectura pero que a la vez es tan importante para comprender nuestra literatura contemporánea.
Los personajes de Cubagua entran y salen de Si tú me miras con toda confianza: allí están Leiziaga, Nila Cálice, Malavé y hasta el historiador Mendoza. Allí, de alguna manera, entre las escaleras clausuradas del Hotel Bella Vista, se cuelan los resquicios de la historia, esa historia que no pudo ser arrasada por la modernidad y que esconde el secreto de la tierra en el areyto para invocar a Vocchi.
Laura logra componer una novela que puede interesar al público adolescente y eso de por sí es un gran logro. Para ello, echa mano de recursos que cualquier muchacho o muchacha puede entender, como la relación por Internet, las apasionadas cartas que intercambian Mafer y su novio Julio César y que aparecen entremezcladas en los capítulos, un reflejo de los mensajes que las chicas, escondidas bajo el seudónimo de Alga Marina, escribían al novio anónimo que le buscaron a su mamá. Estos son los tiempos en que muchas veces los muchachos demuestran mayor madurez que los adultos en muchas cosas. De esta manera, se entremezcla el pasado con el presente, desde la más antigua referencia al pasado caribe hasta la más avanzada forma de comunicación con que contamos.
Pero, disculpen, no pretendo intelectualizar demasiado una novela que ante todo es una refrescante invitación a la lectura. Me gusta también el hecho de que hay conflictos pero ellos se resuelven mediante el amor, la solidaridad y el compañerismo de unos seres que apuestan por la transparencia y por un futuro mejor para todos.
Por si fuera poco, está la figura de María Cecilia. La mamá de las chicas, ictióloga de profesión, estudiosa de los peces y la fauna marina, es ante todo una mujer íntegra, que no duda en luchar por su ideales poniéndose del lado de los pescadores que aspiran ponerle coto a una empresa pesquera que acaba con la fauna marina mediante la pesca de arrastre. En ese sentido, María Cecilia es una mujer valiente y amorosa, como La Tuna, esa mujer pirata nacida y criada en Maracaibo cuyo destino fue surcar las aguas del Caribe en pos de su amado el hijo del Olonés, protagonizando páginas estelares en la novela de aventuras Las aguas tenían un reflejo de plata.
Por todo esto yo me siento muy feliz de estar aquí, esta noche, con todos ustedes y con Laura, pues me parece que es una escritora que escribe como cuando era adolescente, que nunca ha perdido ni perderá la frescura, que es la base de una escritura que realmente se conecta y se comunica con el mundo infantil y adolescente, el cual es más complicado de lo que parece y, si no lo creen, traten de recordar por ejemplo el primer amor que vivimos y todos los problemas que nos trajo. Laura Antillano es una escritora que valora el sentido lúdico de la literatura, es juguetona y profunda a la vez, dotada de una gran imaginación y la capacidad de componer relatos y novelas que transmiten valores humanísticos y ecológicos. Por eso te digo, Laura, serás solidaria pero no estás solitaria en esta tarea. El mejor regalo que le podemos dar a Laura es leer sus cuentos y novelas una y otra vez y apoyarla para que no muera el Encuentro con la Literatura Infantil que cada año organiza en Valencia. Muchas gracias.

Caracas 13-11-2007.
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LOS ALUXES
(México)



-Puede que logre esta milpa que voy a sembrar.
-¿Por qué no ha de lograrla? -pregunté.
-Porque estos terrenos son de los aluxes. Siempre se les ve por aquí.
-¿Está seguro que esta noche vendrán?
Seguro -me respondió.
-¡Cuántos deseos tengo de ver a esos seres maravillosos que tanta influencia ejercen sobre ustedes! Y, dígame, señor may, ¿usted les ha visto? Explíqueme cómo son, qué hacen.
El ancianito, asumiendo un aire de importancia, me dijo:
-Por las noches, cuanto todos duermen, ellos dejan sus escondites y recorren los campos; son seres de estatura baja, muy niños, pequeños, pequeñitos, que suben, bajan, tiran piedras, hacen maldades, se roban el fuego y molestan con sus pisadas y juegos. Cuando el humano despierta y trata de salir, ellos se alejan, unas veces por pares, otras en tropel. Pero, cuando el fuego es vivo y chispea, ellos le forman rueda y bailan a su alrededor; un pequeño ruido les hace huir y esconderse, para salir luego y alborotar más. No son seres malos. Si se les trata bien, corresponden.
-¿Qué beneficio hacen?
-Alejan los malos vientos y persiguen las plagas. Si se les trata mal, tratan mal, y la milpa no da nada, pues por las noches roban la semilla que se esparce de día, o bailan sobre las matitas que comienzan a salir. Nosotros les queremos bien y les regalamos con comida y cigarrillos. Pero hagamos silencio para ver si usted logra verlos.
El anciano salió, asiéndose a una soga, y yo tras él. Entonces vi que avivaba el fuego y colocaba una jicarita con miel, pozole, cigarrilos, etc., y volvió a la cueva. Yo me acurruqué en el fondo cómodamente. La noche era espléndida, noche plenilunar.Transcurridas unas horas, cuando empezaba a llegarme el sueño, oí un ruido que me sobresaltó. Era el rumor de unos pasitos sobre la tierra de la cueva: luego, ruido de pedradas, carreras, saltos, que en el silencio de la noche se hacían más claros.