2.22.2008

PROSOEMA No. 66

FÁBULAS CON HORMIGAS

Esopo

Esopo visto por Velásquez

El más conocido fabulista de la antigüedad, Esopo, vivió al parecer a fines del siglo VII antes de Cristo.
Esopo fue un esclavo que, gracias a su ingenio y al conocimiento que tenía del comportamiento humano, ganó su libertad.
Su nombre sobrevive hasta nuestros días, debido a que fue el más notable autor de fábulas, en toda la historia de la Literatura.
De las 357 fábulas que se le atribuyen, llaman la atención las cinco que tienen como protagonistas a una o varias hormigas.



En una de sus fábulas menos conocidas, Esopo refiere cual fue el origen del insecto y afirma que la hormiga actual era un agricultor que no se contentaba con el producto de su propio esfuerzo y, como miraba con envidia el producto ajeno, robaba constantemente los frutos a sus vecinos.
Por sus reiteradas muestras de avaricia, Zeus lo transformó en el insecto que conocemos aunque, al parecer, el castigo no sirvió de nada, pues todavía las hormigas recorren los campos, cargan con cuanto encuentran y lo guardan en reserva para su futuro uso.


Dos de las fábulas de Esopo sobre hormigas aluden a ese espíritu ahorrativo y son bastante parecidas en su desarrollo excepto que, en la más célebre de ellas, participa una cigarra y, en la que narraremos a continuación, un escarabajo.
Cuenta Esopo que una hormiga rondaba por el campo, recogiendo los granos de trigo y de cebada que encontraba.
Como era verano, un escarabajo que la vio tan afanada en época de vacaciones, se burló de ella, pero la hormiga se refugió en un silencio altivo.
Tiempo después, una vez llegado el invierno, cuando la lluvia y la nieve impedían la obtención de alimentos, el escarabajo visitó a la hormiga para pedirle algo de comida.
La hormiga escuchó su petición y le dijo:
-¡Si hubieras trabajado en la época en que yo lo hacía y tú te burlabas de mí, ahora no te faltaría alimento!
La moraleja de esta fábula sostiene que, al igual que el escarabajo, los hombres que en tiempos de abundancia no se inquietan por el futuro, caen en la mayor miseria cuando llega la escasez.

Por último, en otra fábula, las hormigas sirven de pretexto a Esopo para señalar que el hombre no puede criticar los designios de Dios, debido a que no los comprende.
Así, un hombre que fue testigo del naufragio de un navío y de la muerte de todos los pasajeros, estimó que eran injustas las decisiones de los dioses dado que, para perder a un sólo impío, habían hecho perecer a muchos inocentes.
Mientras así hablaba, sentado sobre un sitio plagado de hormigas, una de ellas le picó y él, para castigarla, aplastó a todas las que alcanzó a ver.
En ese momento, se le apareció el dios Hermes y, golpeándolo con su caduceo, le dijo:
-Debes admitir que los dioses juzgan a los hombres del mismo modo que tú juzgas a las hormigas.

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Hay un sitio en la red donde se puede bajar gratuitamente un libro electrónico que contiene 301 de las fábulas de Esopo. Muchos estudiosos consideran que éste es el número verdadero de las que se pueden atribuir al gran fabulista. Las otras 56 se estiman de dudosa autoría y hay quienes las reúnen bajo la autoría de “El Falso Esopo” o “pseudos Esopo”. La dirección electrónica para bajar dicho libro es:
http://edyd.com/Fabulas